Desde pequeña había soñado con tener mi propia familia, la idea de tener un bebé me fascinaba.
Es un milagro el poder crear vida, compartir tu cuerpo con lo que más quieres en el mundo, tu futuro hijo.
En marzo de 2022, mi marido y yo nos enteramos de mi embarazo y vivimos 9 meses intensos entre unas cosas y otras. Siempre con la mirada puesta en el final de año, cuando nacería nuestra pequeña, nuestra primera y deseada hija.
Fueron 9 meses en los que mi cuerpo cambió, dos tallas más de sujetador, pantalones que no subían, piernas hinchadas, falta de hierro y cansancio, entre otras muchas cosas.
¿Pero y la mente? Al principio del embarazo mi cabeza funcionaba a mil por hora, pensando en todas las cosas que tenía que preparar durante este tiempo, las citas médicas, el cuidado de la mamá, las lecturas recomendadas a embarazadas, la habitación y cosas del bebé... Pero conforme pasaron los meses, esa cabecita que funcionaba a la perfección, fue perdiendo facultades. Se me olvidaban las cosas con facilidad, no me acordaba de dónde había dejado ciertos objetos por casa, en definitiva, andaba despistadísima.
*Creo que nos preparamos mucho el cuerpo pero poco la mente durante este proceso de la maternidad.
Al dar a luz, el cuerpo fue volviendo a su ser, más bien, 10 meses después de la cesárea pude volver a ponerme la ropa de antes.
En cuanto a la mente, días después del postparto, lloraba, y mucho. Cuando me duchaba, hacia la cama, fregaba los platos o miraba a mi hija mamar, me caían lágrimas. Una sensación difícil de expresar. Son los momentos más felices de tu vida pero a la vez los más duros e intensos. Estás viviendo la despedida de tu Yo independiente y dando la bienvenida a tu nuevo Yo como madre, cuidadora, compañera, guía, la que baña, alimenta... Es un maravilloso caos. Paras todo tu mundo para dedicárselo a otra persona que depende únicamente de ti.
Cada maternidad es diferente pero lo que no cabe duda es que hay que estar preparado/a; rodearse de buenos profesionales, apoyarse con otras mamás y hacer tribu, leer y formarse del antes y después del parto, disfrutar del viaje pero también de la realidad de la llegada del bebé. Es imprescindible contar con el apoyo de la familia y dedicarse tiempo en solitario los primeros meses de la llegada del bebé. Si tienes pareja, tenéis que ser un gran equipo, hablar mucho, prepararos juntos y repartir las tareas del hogar y del bebé.
Siempre quise ser madre y nunca me hubiese imaginado que alguien tan pequeña hubiese puesto nuestro mundo patas arriba.